Andrés Llinás, hoy referente de Millonarios, protagonizó una de las anécdotas más curiosas y entrañables del título azul en 2012.
En ese entonces, con apenas 15 años, no jugaba aún en el equipo profesional, pero ya vivía el sueño muy cerca del campo. Era recogebolas y, sin saberlo, guardaba un amuleto que muchos hinchas ahora recuerdan con cariño: la famosa gallinita de la suerte.
En una reciente entrevista, Llinás contó la historia completa. “Un hincha me lanzó una gallinita y me dijo que era de la suerte”, relató entre risas. El momento ocurrió en los días previos a la final contra Independiente Medellín, cuando Millonarios rompió una sequía de 24 años sin títulos de liga.
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El joven recogebolas se ubicó detrás del arco de Luis Delgado, portero en esa histórica final. Durante el partido, agitaba la gallinita cada vez que el balón se acercaba al área, como si con su energía pudiera proteger el arco embajador.
Millonarios se coronó campeón esa noche mágica de diciembre. Y aunque nadie puede confirmar si la gallinita influyó, el recuerdo quedó grabado en la memoria del ahora central titular del equipo.
“Todavía tengo ese gorrito de Navidad con la estrella y la gallinita. Bueno, una me la robé. No sé a qué jugador le faltó ese día”, bromeó Llinás, demostrando que, más allá del profesionalismo, aún conserva intacta la pasión del hincha.
Esta historia demuestra que el fútbol también se juega desde la tribuna, desde la banda y desde la ilusión. La gallinita se convirtió en símbolo de una generación que volvió a soñar. Y Llinás, en el puente perfecto entre la pasión y la gloria.
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