Agustín Julio confesó que su retiro de Santa Fe no fue una decisión propia. En una charla íntima, reveló que el presidente César Pastrana le propuso dejar el arco para asumir como gerente deportivo.
Julio, quien aún se sentía vigente, aceptó tras analizar su futuro. “No era mi plan retirarme”, contó. “Pero entendí que era una oportunidad para seguir sirviendo a Santa Fe”.
Julio cambió los guantes por la gestión administrativa. Desde la oficina, ayudó a construir la época más exitosa del club. Su decisión, aunque dolorosa, terminó siendo clave. Bajo su gerencia, Santa Fe conquistó múltiples títulos.
Julio sigue recibiendo muestras de afecto de los hinchas, quienes reconocen su sacrificio por el equipo. El “León” eterno no se despidió del club, simplemente cambió de trinchera.
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Julio asumió retos difíciles. No todos los días un arquero pasa al escritorio. Sin embargo, demostró que también se gana desde la gestión. Su legado, dentro y fuera de la cancha, sigue vivo.
Con sus decisiones desde el escritorio, también tapó goles. Alejó polémicas y atrajo títulos. Convertido en referente, dejó huella con liderazgo silencioso. Un símbolo del verdadero sentido de pertenencia.
En cada gestión mostró entrega. Entendió el juego desde otro ángulo. Ayudó a formar planteles con identidad. Participó en la toma de decisiones estratégicas. Potenció jóvenes y sostuvo a referentes. Su presencia tranquilizaba. Su experiencia inspiraba.
Y su amor por Santa Fe guió cada paso. Así, Julio no solo colgó los guantes. Se convirtió en guardián de la historia y en arquitecto de los sueños cardenales.
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